Capítulo VII by Abulafia

La puerta se vino abajo y con ella la solidez de la conversación entre Albanel y Clarín. Acababan de entrar ocho o nueve personajes vestidos de negro y con excesivo rimel en los ojos. Se trataba del F.B.I.(*). Sin duda alguna habían interceptado alguno de los mensajes a trois que Dale Cooper enviaba tan regularmente como llega el Sunday Morning a sus buzones.

– Alto y disparo – dijo el más alto de ellos-.

– Será «o disparo». -contestó Clarín pendiente siempre de la semántica, la ortografía, el léxico y la encuadernación en rústica con letras de oro.

– Bueno, lo que sea pero quietos o sus vuelo los bigotes – contestó el que al parecer era el mandón del grupo, al menos por las tres manchas de huevo frito que llevaba en su solapa. Cuando seas el Mayor comerás huevos, dice el refrán-.

Ambos calvos se miraron entre sí, entre fa, entre re y entre do. Si de algo estaban seguros era de que ningún armario con placa del F.B.I les iba a enternecer ni a entorpecer. Cierto que el aspecto de aquel haría quitar el hipo a un verdugo siciliano pero ellos eran cybercaballeros de la Lista de Posada por parte de padre y no iban a dejar que ningún efebeiero les acogotara (la palabra era algo más fuerte debido a la intervención de Clarín pero Albanel supo buscar un sinónimo para que pasara la censura del ducado). La cosa habría sido grave si no se hubiera vuelto más aguda a causa de la intervención de Lady Mirella:

– Leeeeesssheeeessssss. ¿Dónde diantre están mis macetas? Hace ya un montón de historias que las perdí aún no las he recuperado. Quieromismacetasahoramismoomeenfado!!!!. Mucho expediente «c», mucho Glarester Peaks, mucho F.B.I. pero yo aquí perdida sin ellas. Y eso que al final contraté a una detective especial para que las hallara.

– Efectivamente, Watson Mirella, esa soy yo -dijo Gonzala saliendo de entre las sombras y los gozos al tiempo que se colocaba su plumero, substituyendo un inexistente monóculo, en el ojo derecho.- Ya tengo el queso resuelto.

– Será el caso -dijo uno de los del F.B.I. anonadado por herencia materna- Digo yo

– Sí, eso también, exclamó Gonzala, pero lo importante era el queso o Monsieur de Roquefort, que salió hace varias historias, no me lo perdonaría jamás. El queso o el caso, mejor dicho, es que ya está resuelto todo. El culpable es el mayordomo [de posada]. Si ahora no hay nadie no es por las vacaciones, ni siquiera porque Sabina se haya puesto de pie ni porque Sidi Patán haya puesto el cartelito de marras de «Cerrado por vacaciones hasta septiembre».

– Rayos, truenos, centellas, y leche merengada -gritaron todos a coro que para eso les pagan- ¿No es por esooooooooooo?

– No, no, no y ciento sesenta y cuatro veces no. Espero no tener que repetirlo o esta historia ocupará cien folios. Ya digo que el culpable es el mayordomo [de posada] y que él debe ser juzgado, apolillado, permeabilizado y hasta esterilizado si continúa en esa actitud. Lo demostraré cuando lleguen el resto de invitados. De hecho los estoy esperando hace ya una hora.

El timbre sonó desplegando las melodías típicas de Broadway de ayer y de hoy y alguien, sin duda alguno de los Man in Black del F.B.I., abrió la puerta. Se trataba de nuevo del vendedor de enciclopedias que fue rápidamente despachado escaleras abajo. Luego llamó la vecina del quinto a pedir una tacita de sal. Después, tras sonar de nuevo la banda sonora original de Gladiator en el llamador, fueron echados sin contemplaciones los Testigos de Jehová, los pro nazis del sur, Pili y Mili, dos hombres y un destino, la asociación gay de Puerto Príncipe y los de Palacagüina; ocho mineros en busca de su hermano menor y Tarzán que había perdido a Chita tras una obra de Fellinni. Los invitados se hacían de esperar como se espera que la novia sea virgen en la noche de bodas. Gonzala sirvió té y pastas para hacer más corta la espera y Clarín fue a lavarse los pies para despejarse del tintorro tragado durante esta historia. Albanel echó un vistazo para asegurarse que su nube -mal aparcada como siempre- seguía en su sitio y que la grúa municipal del ducado -ejemplar servicio a la comunidad; voten por el duque- no la había retirado. Poco a poco (piano, piano en el original) fueron llegando los invitados. Gonzala, tras sentarlos en sendas sillas o en el suelo a los últimos, se preparó para esclarecer los hechos y hacer unas mechas pelirrojas a Vaire.

– Señoras, señores…

CONTINUARÁ, Lo juro!

———————————————-Yeaps
(*) -F.B.I.= Funcionarios Beneficencia Internacional.