Capítulo X by Abulafia (sin tinta casi)

Gonzala, subida aún a su silla para que todos pudieran verla, continuó no sin antes echarse otro traguito. Su nariz alcanzaba ya un rojo intenso que habría dado envidia a un jefe siux. (no, no me he olvidado del pelo rojo con olor a Passport)

– Scatha -le señaló- con la excusa de cambiarse de piso no está, apenas, en la Lista y mucho menos en la tonta, pero él tiene un buen motivo. Necesita muebles y aquí, en esta posada, los hay de sobra y de madera. Él los prefiere de sobra porque los de madera los quema en cuanto estornuda. Little One fuera de clase por hablar. o no, mejor no, creo que tengo algo que también te hace culpable.

Se subió Gonzala a la mesa porque la silla empezaba a bambolearse en demasía y temía perder el equilibrio y con él su dignidad.

– Little One… En realidad su nombre es Little Juan pero lo cambió para que nadie lo relacionase con Juanjuan, el orinal del rey Arturo. Es evidente que tiene mucho que esconder, el otro día fue sorprendido por el sargento O’Hara escondiendo un hueso del perro pachón que cuida de los canales. Es evidente que no le tiene mucho cariño. Además, fue él quién escribió a la Lista quejándose de la poca participación.

Si merodea por aquí llama la atención pero… ¿Quién quiere tener una hija llamada Atención? Quizás Asunción, o Napoleón si es un hijo, pero… ¿Atención?. Es más, la otra noche aprovechando que nadie hablaba en el canal él se fue detrás de la barra (capital Pamplona) y vació todas las botellas que encontró. Incluso la de lejía.

Breve pausa para la publicidad: Glarester Astoria, el hotel de sus sueños. Situado a tan sólo 8.500 Km.. del mar y rodeado de un frondoso bosq… bueno de un precioso árbol que da sombra los domingos. Glarester Astoria, una historia cada día. Servicio de intercambio de pañales entre las webs de más afluencia.

Continuamos:

– Ajá, ¿alguien sospecharía de una gata?. Quizás la gata Christie pero pocos más. Pues bien, Samantha olvidó la otra noche una raspa de sardina en el alfeizar de la ventana. Es una prueba de que estuvo aquí. Nadie la ha visto, nadie la ha olido pero tampoco se ven los pies de Caronte y no por eso deja de caminar. Esto es importante para mis consideraciones finales.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuaaaaaaaaahhhhh -bostezó uno del F.B.I.-

– Bien, más datos perpendiculares al radio de la trigonométrica superficie (en radianes) del cateto elevado al cubo para hallar la raíz cuadrada de la altura de la ósmosis de una clepsidra ficticia situada en un plano elíptico respecto a la distancia de su centro. Sólo hay que fijarse en el techo, sí, justo ahí, en ese desconchón. Alguien de más altura que un plátano ha estado aquí. Alguien que compra las telas para sus trajes por kilómetros en lugar de por metros. Justo, Pilarín, tú lo has dicho es ella, es… Sabina!!. Dijo que se iba de vacaciones y sin embargo estuvo aquí la noche de autos, o al menos en la portería (cuatro pisos más abajo) pero el caso es que rasgó el techo como se rasga las vestiduras un rabino que ha perdido sus rizos. ¿Por qué querría ocultar su decencia, digo su estancia, aquí en la Lista?. Seguramente porque hace dos días un escalofrío le recorrió la espalda y hasta que le llegó a la nuca no pudo notarlo.

-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaauuuuuuuuuaaaaaaaaahhhhh -bostezó una de la última fila-

– Hoda -continuó Gonzala Wattson de los Rios-. Sí, Hoda, la de los besotes en el cogote. Ella también tuvo ocasión pero se la jugó al póquer y la perdió. Tuvo móvil, pero se lo jugó al Black Jack y lo perdió. Tuvo motivos pero se los jugó a la ruleta y los perdió. ¿Le hace eso menos sospechosa? Yo diría que no pero otros dirían que sí lo cual no nos lleva a nada pero ocupa lugar en la portada, digo en la Posada.

Llevaba ya varios días hablando y empezó a notar seca la garganta. Se ajustó un liguero que se le había soltado e hizo que las miradas de todos los caballeros y de Clarín, se fijaran en sus piernas. Una de ellas era ortopédica pero es la que más gustaba a los hombres por su brillantez y la que más envidia daba a las damas porque no tenía que depilársela cada dos horas como le ocurre al resto de ellas.

– Vamos ahora con Sonnja, sí con la reinona. Ya que hablamos de piernas… Ella también dijo irse de vacaciones pero era sólo para ocultar las gafas de Arturo en aquel estante, en el estante dorado. Allí, junto a la foto de Henry Fonda. Si una mujer es capaz de eso es capaz también de merodear, de merendar, de mirar, de morder, de mascar, de atascar y hasta de cantar. Sería suficiente motivo para sacar dos muelas a un saltamontes si este las tuviera. E incluso, me atrevo a decir, comerse dos cacahuetes sin pestañear.

La falda de Sonnja enrojeció al verse acusada y un loro que pasaba por allí se comió dos pipas. Se había nublado y las bajas depresiones del oeste unidas a los cirroestratos del norte provocarían sendas tormentas. Para el fin de semana el tiempo estará estable y soleado en los lugares sin nubes y seguramente no se vería el sol por la noche en ningún lugar de la península. Para el domingo por la noche se espera que llegue el lunes al día siguiente.

– Supongo que nadie se tragará la explicación de Almus. Ella intentó montar un circo de cobayas pero no había trajes de payaso de talla tan pequeña. No ha habido cobayas payaso en ninguna historia y eso le reconcome. Sé de buena tinta de calamar que compró unos terrenos en la Moncloa para establecer allí su negocio pero que Goomer se lo quitó de la cabeza para evitar pagar impuestos y supuestos. Eso le dolió, como le duele a un chino cuando le pisas un juanete, y todavía no ha podido recuperarse. Merodear por la lista sería una buena terapia y encima podría colocar sus ochocientas cincuenta cobayas a escribir en su lugar y ha alisar sus rizos para pasar desapercibida. Ese microscopio de ahí -señaló una batidora marca AcmeGlarester- es una prueba más. Justamente ahí encontré el pelo rojo que huele a Passport.

Se oyeron tosecitas, ronquidos, silbidos y una radio de bolsillo. Alguien estaba escuchando un partido de fútbol mientras se ponía morado de altramuces. La tensión aumentaba como aumentan los precios de la gasolina cada semana. Se acercaba el desenlace y también un posadero tardío que había perdido el metro (Camelot-Glarester:estación posada).

– Encontré una revista. Sí, el PlayWomanmelot. Eso demuestre que también Crisha, aunque callada, merodeaba por aquí. Unos relatos que harían enrojecer al autor del Kama Sutra y poner al marqués de Sade a escribir cuentos para niños confirman mi teoría y confisco ambas cosas para… estoooo… pues para…. ejem, pues… ¡como prueba incriminatoria! Eso es.

Aplausos en la sala y proyección de diapositivas. Servicio de bar en la entrada y tabaco en el guardarropa, preguntar por las mejores telas de ducado, ya saben donde.

Gonzala seguía jugueteando con el pelo rojo, con el plumero, con el liguero, con el whisky y guiñando un ojo a Merlín.