Publicado por primera vez el 14 de octubre de 2004
Tras una semanita de bricolaje todo había quedado terminado y bien terminado. Después de colocar unas florecitas aquí y unos pececitos allá se secó la frente y se sentó en una piedra. Miraba a un hombrecillo -bajito de estatura, por cierto- que había hecho de barro y que tenía cara de no saber formatear un disco duro y le dijo:
– «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.»
-Ah, vale. Muy bonito el discurso y muy acertado pero cómo me voy a reproducir si estoy aquí más solo que la una -contestó el de barro- Yo creo que si tengo que hacer esas cosas deberías, ejem, esto.. pues… no sé. Una mujer, por decir algo, no me iría nada mal.
Él sonrió y pinchando suavemente su vientre con Su índice le dijo:
– PILLÍN!!. (Por ese motivo Adán sí tenía ombligo, a pesar de no haber nacido de madre alguna. El barro aún estaba tierno y le dejó esa marca) SEA, pero luego no me vengas con quejas de que si las rebajas, que si el chalecito, que si el colegio de los niños, que si la suegra siempre está en casa…
– No si yo no necesito nada pero como quieres que me reproduzca y aquí no tenemos fotocopiadora… AY!! pero bueno, no es para ponerse así. Me has roto una costilla al menos. En cuanto inventen la policía te demando.
– No Adán, no te he roto nada. Te he quitado una, que es muy diferente. Mira que eres quejica
-Bien, una barbacoa. Ya empezaba a tener hambre. Ten en cuenta que no he comido nunca.
– No das una. Con esta costilla te fabricaré una mujer.
-Uops, creo que me quedan más costillas aún. Que te parece si…
–«No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude.»
Hay que ver que costumbre de no escuchar a nadie. El caso es que de repente Adán se vio allí mismo, sin comerlo ni beberlo, casado. Al hacer tan poco tiempo que estaba allí no había trabajado nunca y por eso no tenía derecho a subsidio de desempleo. Eso sí, tenía la suerte de que no tenía deudas, ni siquiera a su sastre. Ahora estaba a solas con Varona, su nueva esposa.
– Y ya que estamos, ¿cuál es la moda de esta temporada por aquí, esposo mío? -dijo Varona mientras se atusaba el pelo y buscaba su móvil en el bolso de piel de geranio que llevaba-. Tengo que pedir hora para la peluquería; de un momento a otro empezaran a venir pintores para hacernos fotos y no puedo salir con este aspecto.
– Pues mira no sé, parece que se lleva el sobaco sin depilar y no gustan nada los calcetines. Yo acabo de llegar también, no te creas, aunque como he llegado un poco antes que tú mandaré yo. Ah, y por cierto, nada de llamarte Varona que suena a gay. Te llamarás Eva que es mucho más corta y fácil de escribir. y además suena más erótico, que no sé qué rayos significa eso pero seguro que aún no es pecado y debe estar la monda de divertido.
-Ay, lo que tú quieras Enrique, digo Adán. ¿De dónde habré yo sacado ahora ese nombre? – continuó para sí misma -. Y por cierto, a ver si te arreglas tú un poco que vas hecho un Adán. Ya te digo que esto se llenará de periodistas de un momento a otro y no se puede pasar a la posterioridad así.
Una voz tonante dejóse oír de entre las nubes:
–«…Y que a nadie se le ocurra comer del árbol que está en medio del jardín. Ni probarlo siquiera porque el que la hace la paga y ese cascará en un decir Pío (por motivos evidentes no conocían aún a Jesús). Ese es el árbol del Bien y del Mal, estáis advertidos y no me vengáis luego con que si la abuela fuma (parece que esta frase es más antigua de lo que muchos piensan)»
– Bueno yo me voy a dar un vueltón por ahí -dijo Adán-. Igual hasta encuentro un curro que mole mazo y me saque pasta gansa para poder agenciarme un peluco y unos lupos de esos de rockero. Nos la vemos, chati.
Y se fue a paso rápido hacia la parte inferior del cuadro mientras se hacía una cola de caballo con una goma elástica que le había robado a un pollo y despotricaba por haberse dejado el tabaco en los pantalones. Eva mientras tanto se acercó al medio del Paraíso para ver un manzano que había la mar de majo y a ver si podía encontrar algunas amigas con las que irse de escaparates.
Llegó Evarista… bueno, llamémosle Eva a secas. Llegó Eva a secas al centro del Jardín justo cuando estaban regando. Mojóse toda ella misma entera con el agua de la manguera y preocupóse poco por si se le hacían arrugas en el traje Ahora ya no podría llamarse Eva a secas así que se llamó Eva solamente. Para no mojarse se puso justo justo debajo del Árbol del Bien y del Mal dichoso y se dispuso a esperar allí a ver si dejaban de regar de una puñetera vez. En esto que se le apareció una serpiente con bigote que venía alisándose el tupé. Vio a Eva allí solita y sonrió. Se acercó y se puso a charlar con ella. En honor de la verdad, aunque eso no se publicó después, lo cierto es que Eva, que era un poco despistada, confundió al principio la serpiente con una estola de visón y se la puso al cuello. La serpiente sintió un escalofrío y Eva un disgusto al ver que se había quedado si la estola. De semejante hecho se consiguió encontrar una foto en los archivos del Vaticano. Tuvimos que robarla porque el Papa, el muy…, la quería para él solo. La verdad es que vista la Evarista es comprensible su acción. De hecho y para que no se disgustara le dejamos una foto de todo el equipo de Operación Triunfo. Ay, si hubieran inventado ya la foto en color en ese momento…
La mujer seguía charlando con la serpiente hasta que apareció Adán y acercándose a ella díjole:
-Pero bueno. Ya está bien colega, vaya morro que tienes. Yo por ahí poniendo nombre a todos los animales y tú aquí pelando la pava con el lagarto ese. Si te crees que te vas a ganar el pan con el sudor de mi frente lo llevas crudo chati.
-Oiga, yo -empezó la serpiente- pasaba por aquí y me había parado a preguntar que dónde hay un supermercado cercano. Es que tengo que comprar algunas cosas y…
– Claro, y yo soy el único hombre -respondió él enfadado- venga a contar historias a otro barrio, lagarto más que lagarto.
-Oiga, que soy un serpiente y a mucha honra. A ver si porque uno no tenga piernas se cree con derecho a ponerse así. Además la culpa es suya por tener tan dejada a esta pobre mujer. Todo el día sola, en este lugar tan solitario, con la de cosas que pueden pasar. Yo sólo le estaba contando que mejor una manzana que una ventana; se evitará pantallazos azules y todas esas cosas, ya sabes.
– Sí hombre, claro, claro. Una manzana en lugar de… ¿ y seguro que se evitan errores graves de esos?
– Por supuesto. Ahora tenemos, además, una oferta. Pruebe primero y pague después. Esto sí es Conocimiento y no lo que ofrecen por ahí arriba. Lo que pasa es que algunos quieren el monopolio y no saben ya que prohibir para conseguirlo.
Y probó Adán, pues Eva insistió ya que había pactado una comisión con la serpiente, la dichosa manzana de las narices. Dióse cuenta de cuán cierto era y al navegar con su nuevo Mac pudo ver que la moda no era ir en bolas por el jardín sino unos acampanados pantalones ceñidos y que encima realzaban el paquete. Se avergonzó de eso y de ver que Eva no se había depilado las piernas. Firmó el de barro ciento cincuenta y ocho letras y, antes de que pudiera arrepentirse, la serpiente había desaparecido. De nada sirvió convocar una manifestación y una cacerolada en pleno Paraíso; el pecado estaba consumado. Ya sabemos todos lo que ocurrió después. San Miguel apareció echando fuego y echó a la joven pareja del Paraíso. Les obligó a no lucir las pantorrillas y a aguantar a Tamara, a José Luis Moreno, las galas del TP y Crónicas marcianas. No contento con eso, pues era muy vengativo, les hizo además llevar la hoja de parra a la tintorería y hacerse socios de las SGAE pagando un canon por ello con la excusa de que seguro que habían usado el Paraíso Terrenal para vender CD’s piratas.